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" El jardín de George Moustaki"


Tenía pensado escribir ampliamente sobre la magnífica actuación de George Moustaki en La Zubia el pasado miércoles 27 de Agosto, pero prefiero publicar el comentario que ha dejado en mi libro de visitas una huésped de mi Casa, es realmente el mejor homenaje que este extraordinario artista se merece:

Je declare il état de bonheur permanent....

Regresamos de Granada con la emoción contenida en todos y cada uno de los sentidos con los que nuevamente hemos sido amantes y amados cómplices en una ciudad que ha visto y creido en nuestra historia de amor desde el principio y que siempre nos acoge y nos envuelve en un sueño dúlce y cálido en el que multiplicamos nuestra felicidad. Esta bendita ciudad es el rincón perdido de nuestras almas, el increchendo de esta infinita partitura de amor que se escribe a diario con las manos, la boca, las palabras, los gestos y los ojos de Quico y mías.
En esta ocasión, Sierra Nevada se vistió de gala y lució las estrellas mas bonitas en el cielo del pasado miércoles para asistir con la ilusión de quien regala un sueño al inolvidable concierto de Georges Moustaki. No tengo palabras para expresar la emoción del momento compartido junto a mi marido esa noche. Te quedas flotando en la silla, abrazados, sin decirnos nada, oyendo sólo las canciones que hicimos nuestras en las tardes de invierno en las que nos descubríamos el alma y el cuerpo meidante el sonido y el tacto del amor. Tú, mi vida, me cantaste innumerables veces Il avait un jardin y traduciste para mis labios el tiempo de vivir, hasta tal punto de hacerlo un credo en mi corazón. Escuchar con toda la piel esa noche al propio Moustaki ha sido ese pequeño gesto que se hace grande dentro de quienes lo sentimos. El hombre humano, cálido y tierno que con su figura delgada y vestido de blanco perfiló la silueta del Mediteráneo y de París bajo el cielo protector de Granada. Unos dedos finos que tocaron la guitarra y se deslizaron por el piano, la imagen quebrada del acordeón en sus brazos, esas manos en los bolsillos con una leve sonrisa con la que empezó a susurrar Ma solitudene. Tan extranjero como siempre y mas cercano que nunca, su voz y sus canciones fueron un poema eterno por el que viajar a través del tiempo y poder saborear la calma tibia de quien no ha perdido la capacidad de emocionarse y querer seguir creyendo en la vida que aún está por sorprenderle.
Desde la fila 11 Moustaki nunca sabrá que había un niño y una niña que habían recorrido 300 km para estar allí, a su lado, palpitando con la emocion contenida y las lágrimas pinchando en los ojos de quien ve a un angelito pintado de cabellos blancos flotando en el aire.
Gracias, Moustaki,entrañable gran hombre, por declararnos esa noche, en un estado de felicidad permanente.
Y gracias Vicky por esa preciosa casa de princesas salida del mejor de los cuentos de hadas en el que nos acogiste, nos mimaste y nos enseñaste parte de tu enorme corazón.
(Inma y Javier)

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